¿Qué sucedería si se recortan los fondos para la naloxona? Un llamado a la acción para América Latina
Por Fundaciones Diana
Introducción
En los últimos años, la distribución de naloxona un medicamento clave para revertir sobredosis por opioides ha sido reconocida como una medida de salud pública fundamental en muchos países. No obstante, recientemente surgió la posibilidad de que la administración de los Estados Unidos recorte los fondos para los programas de distribución de naloxona, lo que plantea preguntas sobre las implicaciones de tales recortes.
Aunque la situación se reporta en EE.UU., el tema tiene relevancia global, incluyendo para Colombia y América Latina: ¿qué efectos tendría que programas similares en nuestra región se vieran debilitados? ¿Cómo podemos anticiparnos y fortalecer la respuesta local frente a la crisis de opioides y sobredosis?
En esta entrada exploramos los riesgos, las oportunidades y qué podemos hacer desde el ámbito de las fundaciones, instituciones sociales y comunitarias.
¿Por qué es relevante la naloxona?
La naloxona es un antagonista de opioides que puede revertir muy rápidamente una sobredosis al restablecer la respiración en una persona que ha ingerido una dosis letal de opioides.
Los programas gubernamentales de distribución han demostrado aportar a la reducción de muertes por sobredosis: por ejemplo, datos recientes muestran una baja del 24% en muertes por opioides en el periodo de 12 meses hasta septiembre de 2024 en EE.UU., atribuida en parte al mayor acceso a naloxona.
En América Latina, donde la crisis de opioides quizá no esté tan difundida como en EE.UU., pero sí existe abuso de fármacos, consumo de sustancias y sobredosis, disponer de instrumentos de reversión rápida como la naloxona y protocolos comunitarios es vital.
Desde Fundaciones Diana, creemos que anticipar, promover y fortalecer este tipo de intervenciones salva vidas.
¿Qué sucede si se recortan los fondos?
Según el reporte, la administración propuesta contempla reducir los recursos para la agencia que gestiona la distribución de naloxona (en EE.UU., la Substance Abuse and Mental Health Services Administration – SAMHSA) e incluso transformar su estructura.
Las consecuencias potenciales incluyen:
- Menor cantidad de kits de naloxona disponibles para primeros respondedores y comunidades vulnerables.
- Reducción de capacitación para identificar sobredosis y administrar el medicamento.
- Incremento del riesgo de que una persona que sufre sobredosis no sea atendida a tiempo.
- Potencial impacto negativo en la tendencia de reducción de muertes por opioides.
Para Latinoamérica, este escenario nos invita a reflexionar: si los programas dependen de fondos externos o de mecanismos inestables, existe vulnerabilidad. Necesitamos estrategias que fortalezcan la autosuficiencia, la formación comunitaria y la sensibilización permanente.
¿Qué podemos hacer desde Fundaciones Diana y aliados?
- Promover la capacitación comunitaria
– Formar a voluntarios, trabajadores sociales, comunidades afectadas para que sepan reconocer una sobredosis y aplicar naloxona.
– Coordinarnos con entidades de salud pública para establecer protocolos conjuntos. - Impulsar la disponibilidad local de naloxona
– Gestionar con instituciones de salud pública la inclusión del medicamento en programas de emergencia.
– Fomentar alianzas público-privadas para asegurar que haya suministro y abasto constante. - Generar alianzas de datos y monitoreo
– Recolectar información sobre sobredosis, tendencias de consumo de opioides, respuestas comunitarias.
– Usar esos datos para sensibilizar autoridades, atraer fondos y diseñar políticas informadas. - Sensibilización y comunicación
– Realizar campañas que expliquen qué es la naloxona, cómo funciona, por qué es importante.
– Visibilizar historias de éxito o salvamento, para que la comunidad entienda el impacto real. - Promover la sostenibilidad más allá del financiamiento externo
– Diseñar modelos que no dependan únicamente de grandes fondos gubernamentales internacionales.
– Identificar fuentes locales, microfinanciación, donantes, para asegurar continuidad del programa.
¿Qué importancia tiene para Colombia?
En Colombia, el consumo de opiáceos aunque en menor medida que en algunos países de Norteamérica representa un riesgo creciente cuando se mezcla con otros factores: acceso a fármacos, consumo inadvertido de analgésicos, falta de programas de reducción de daños estructurados.
Por tanto, disponer de herramientas como la naloxona y promover su uso comunitario puede marcar la diferencia en entornos urbanos y rurales.
Además, la experiencia internacional nos muestra que cuando se reduce acceso a estos programas preventivos, los efectos pueden ser esperados: retroceso en la prevención, aumento de carga para servicios de urgencias, y pérdida de vidas.


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