Los trastornos por consumo de sustancias (SUD, por sus siglas en inglés) suelen ir de la mano con trastornos de salud mental, como depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TEPT), etc. Incluso existe un término para la existencia simultánea de estas dos afecciones: trastorno concurrente. Sin embargo, algunas personas no se dan cuenta de que los trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa, los atracones, etc. son problemas de salud mental. Y, de hecho, los trastornos alimentarios están estrechamente relacionados con los SUD, ya que los estudios sugieren que hasta la mitad de las personas con un trastorno alimentario también informan tener un trastorno por consumo de sustancias.
En el caso de trastornos concurrentes de este tipo, cualquiera de las dos afecciones puede desarrollarse primero y una no causa automáticamente la otra. Aun así, con frecuencia están vinculadas de manera lógica. Quienes experimentan problemas de salud mental pueden recurrir al alcohol o las drogas para automedicarse y, aparentemente, eludir los síntomas de salud mental. De manera similar, dados los efectos que el abuso de sustancias puede tener en los pensamientos, el estado de ánimo, el comportamiento y la química cerebral de una persona, el abuso de sustancias puede conducir a problemas de salud mental.
Así que echemos un vistazo rápido a estas condiciones entrelazadas y por qué el tratamiento concurrente es primordial.
Trastornos alimentarios: escondidos a simple vista
Los trastornos alimentarios (TA), como la anorexia y la bulimia, son relativamente fáciles de ocultar, al menos por un tiempo. Quienes padecen un TCA suelen saltarse eventos sociales que impliquen comida, comen en exceso en secreto, prueban repetidamente las últimas dietas de moda o establecen reglas rígidas sobre qué alimentos son “buenos” y “malos”. De hecho, es fácil hacer que las elecciones alimentarias estrictas parezcan una preferencia o incluso una elección moral o ética. Por ejemplo, algunas personas con TCA eligen el vegetarianismo, el veganismo o una dieta sin gluten porque tienen menos calorías. Si no hay una alternativa disponible, simplemente no comen, y la abstinencia se considera perfectamente aceptable.
Las personas que padecen ortorexia (una obsesión por comer sano) incluso son elogiadas y admiradas por su fuerza de voluntad y su dedicación a la salud. Pueden hacer ejercicio en exceso, lo que les hace ganarse aún más admiración por su compromiso con la buena forma física. Mientras tanto, pueden estar luchando en secreto contra un agotamiento abrumador, problemas hormonales, antojos desenfrenados, atracones y hambre que consumen sus pensamientos y les quitan el disfrute de la vida cotidiana.
De hecho, los trastornos alimentarios son problemas de salud mental y, aunque no sean tan obvios como los trastornos por consumo de sustancias (en algunos casos), son problemas importantes que deben abordarse junto con el abuso de sustancias.
Abuso de sustancias y trastornos alimentarios
A menudo, cuando el hambre y el ejercicio constante no satisfacen los objetivos dismórficos ni apaciguan los pensamientos persistentes, muchas personas con un trastorno alimentario recurren al abuso de sustancias. Además del alcohol y otras sustancias, que parecen enmascarar los síntomas, algunas personas abusan de los medicamentos recetados para el TDAH, las metanfetaminas y la cocaína, que pueden suprimir el apetito.
Esta combinación puede ser mortal. Algunos trastornos alimentarios pueden provocar desnutrición, lo que puede debilitar el corazón (entre otros efectos). Si a eso le sumamos la ingestión de sustancias tóxicas que por sí solas causan daños importantes, esta combinación de trastornos coexistentes puede ser una receta para el desastre.
El tratamiento simultáneo es esencial
Debido a que los problemas de salud mental y los trastornos por consumo de sustancias están tan entrelazados, los expertos recomiendan que los trastornos alimentarios y los trastornos por consumo de sustancias se traten simultáneamente. Sin embargo, a menudo, quienes abordan sus problemas de sustancias quieren posponer el tratamiento de los trastornos alimentarios o compartimentarlo, sin darse cuenta de que se están preparando para el fracaso.
La recuperación es posible, pero no se puede ignorar un trastorno para curar el otro. La solución es abordar ambos trastornos al mismo tiempo y aprender a separar la enfermedad del individuo para que quienes la padecen puedan empezar a crear hábitos saludables y disfrutar de una vida productiva y plena.
En la misma línea, la nutrición y una alimentación constante son esenciales para todos. Pero para quienes padecen un trastorno por consumo de sustancias, son aún más importantes. Un cerebro bien nutrido es fundamental para quienes se recuperan, ya que les ayuda a tomar buenas decisiones, evitar conductas impulsivas y mantener una rutina saludable para evitar recaídas.
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